miércoles, 15 de abril de 2015

Muelle.

El frio viento del mar golpeaba su blanco rostro de mujer recién forjada, 
las olas arremetían contra el  muelle con la furia que en su corazón ella retenía,
 en la punta de aquél, agredido por las aguas desoladas,
 posaba calmo e imponente, el artilugio enorme que le arrebataba en ese entonces su alegría, 
y dentro de él, un par de ojos desahuciados y desesperados la atravesaban dulcemente como si solo fuera hecha de aire. 
Unos ojos profundos como el mar y transparentes como la mismísima agua que ondulaba bajo sus pies. 
Cuando su corazón finalmente cedió a la auto compasión 
y una lagrima rodó aliviada por las mejillas de la que estática y dolientemente lo despedía sobre madera húmeda resignada y sufriente, 
El dió un salto desesperado y peligroso desde lo alto del barco y corrió tan rápido como lento el creía sus pasos, para finalmente yacer a la sombra de esa frágil figura tiesa, 
que tan dulcemente le daba su corazón en la mirada, dejando que con ël se llevase su vida. 
Enfrento entonces,  esa imponente pequeña persona con el pecho agitado y los ojos en llanto la beso tan dulce, eterna y místicamente, que le devolvió con sus labios el aliento robado.
y así, en un alo de brisa marina y rayos de sol, se fundieron de tal manera que ninguna distancia por enorme que fuera podría separarlos. 
fué entones que  pasaron sus días, él en el y mar ella en la tierra, dos de mundos diferentes unidos desde y hasta siempre por  amor, lo único enteramente trascendental  que ellos  conocían.
fin.

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