Una ideia como elemento de trascendencia, el impacto como arma de lucha en un mundo efímero e inmediato, la fragilidad imprescindible pero atroz de un alma creada para la inmortalidad, la eterna impotencia causa de una angustia incontrolable, la risa como máscara y el miedo a lo realmente penetrante, ese dulzor que cala profundo esa flecha directo al talón que expone, que ablanda la coraza y desmorona el escudo. Miedo a ser sólo un hombre en esta selva de Jaguares hambrientos.
La belleza inevitable reflejada en sus ojos, la miel que derrama de sus labios puertas de verdades inaudibles, el fuego dentro, motor de impulsos con deseos de grandeza.
De pies a cabeza en cámara lenta, poro a poro en carne viva la piel de un guerrero premilenico, en la lupa de quien lo observa cómo testigo de algo histórico y agradece.
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