jueves, 30 de octubre de 2025
Siesta
Esta tarde Ni el sol se atrevió a competir con el fuego de nuestro roce, tanto asi q aún al pisarle el pie a noviembre, el cobarde se escondió de vos. No sé asomó a ser testigo de su propia humillación y en esta siesta nublada le robamos su fulgor.
Tu fuego de fin de marzo arde incandescente y explosivo, de repente , como erupción de volcán que parece dormido. Te veo inerte y en paz tan calmo por fuera cuando tus ojos descansan. Paz que dura minutos y entonces tus pupilas se contraen dejando ver el verde terroso de tus iris como si el mismo planeta habitara en ellos. Pero ahora mientras el espasmo amoroso te dejó dormido en un abrazo, te veo frágil imperfecto y fascinante, tan imposiblemente mío que duele y sana, tan efimeramente juntos que amarra. En esta perfecta tarde de octubre, en éste idilico momento nuestro, en este eterno encuentro de almas te amo y te suelto bajo una lluvia de pena escondida, bajo el velo de una sonrisa insistida.
En una mano me llevo el regalo de haberte encontrado, en La otra mi deseo desenfrenado de no soltar la tuya, apretado y aguantado.
Y en mí piel, el hábito adquirido de la siesta.
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