Vos dame mágia le dijo ella, que sólo eso necesitaba, creía que un hechizo de amor podía alejar la tristeza y darle tiempo.
El le hizo caso, no podia disentir, no si la miraba a los ojos. No era mago pero conocia varios trucos y decidió que seria ella el caldero donde crear la mas intrínseca de las artimañas, dar el show que la impacte y la desarme. No dejaría de intentar quebrar su temple por que se juró que la doblegaría, pero ella era de mimbre, y no conocía de inflexiones.
Las primeras noches se empezaron a hacer días y bajo el sol de invierno tejían sin saberlo un complicado mandala de inspiración. El destrabó sus cerrojos y abrió puertas donde al atrabezarlas ella se vió rodeada de la más incontenible y exuberante alquimia existencial, donde el ser se le desbordaba el control se evaporaba y el placer la rompía, se vio sorfeando arcoiris de pasión y danzó sola y energica sobre el tapete del dolor, lo amó y lo detestó intensamente. El la vio hacerce masilla y creando espinas, la vió en su coraza y presenció la ruptura y vió como ella nunca se quebraba, fué entonces que supo que era eterea, que no podia tocarla.
Atormentado por la impotencia una fria noche la invitó a bailar en sus sombras, esperando que su inframundo la espante pero ella se hizo agua y se unió a su mar.
Otra noche le dió tanto fuego que por un momento casi sucumbe en su propio incendio.
Intentó exponerla al mas frio de los entornos, y ella derritó montañas que parecian glaciares.
Se lo que haces, le dijo ella, pero no podrás. y volvió a pedirle mágia.
El siguió tratando de quebrantarla y sin darce cuenta la llevaba de la mano a un mundo donde las estrellas le atravesaron el alma, el propio universo estalló en sus entrañas y la luz se expandió por cada poro de su piel.